Diseñar una estrategia de comunicación con perspectiva de género no es solo sumar palabras inclusivas. Es repensar todo el proceso para que no deje a nadie fuera. Escuchar, cuestionar, transformar. Una comunicación que dispute sentidos, que sea accesible, sencilla y capaz de romper las desigualdades que aún nos atraviesan.
Diseñar una estrategia de comunicación con perspectiva de género no significa agregar palabras inclusivas o visibilizar a mujeres solo en fechas clave. Significa repensar todo el proceso de comunicación para que sea consciente de las desigualdades estructurales que atraviesan a las mujeres y personas de género diverso.
Una estrategia con perspectiva de género comienza desde el diagnóstico:
¿A quién estamos llegando realmente?
¿Quiénes están quedando fuera?
¿Qué barreras existen para que mujeres y grupos históricamente excluidos accedan a la información?
Sin este análisis inicial, la estrategia es susceptible a reproducir las desigualdades existentes.
Una estrategia de comunicación con perspectiva de género requiere mensajes clave claros, accesibles y transformadores. No basta con “incluir”, es fundamental nombrar las violencias, señalar las brechas y proponer soluciones concretas. El lenguaje debe ser sencillo, libre de estereotipos y debe visibilizar las realidades de las mujeres y las diversidades.
Además, la comunicación no es neutra: es el espacio primario donde se disputan los sentidos y donde se construyen las estructuras sociales. Si no transformamos la forma en que comunicamos, corremos el riesgo de seguir perpetuando las mismas desigualdades que buscamos combatir.
No todas las mujeres tienen acceso a las mismas plataformas digitales. Pensar en canales accesibles, formatos diversos, traducción a lenguas originarias y espacios seguros es parte del compromiso con una comunicación realmente inclusiva.
Una estrategia con perspectiva de género no es unidireccional, sino hay que buscar la multidireccionalidad.
Debe generar mecanismos de escucha, participación y retroalimentación. Las mujeres y las diversidades deben tener voz para opinar, ajustar y validar los mensajes.
La perspectiva de género no es un “plus”, es una condición indispensable para que la comunicación organizacional, institucional y política sea realmente transformadora. Debemos disputar los sentidos estructurales de nuestras sociedades desde su forma más primigenia: la comunicación.
Si no transformamos la manera en que comunicamos, estamos condenadas no solo a perpetuar las desigualdades, sino a profundizarlas e incluso generarlas.