La irrupción de plataformas tecnológicas de interacción, llamadas Redes Sociales, ha generado un nuevo paradigma en la forma en cómo nos comunicamos los unos con las otras. Un “me importa” a un comentario en facebook, un retuit en twitter o un “me gusta” a una foto en instagram tienen su propio significado, que, de una manera u otra, se entiende en varias latitudes, más allá de las fronteras.

Estas plataformas nos han permitido también acceder a quienes jamás hubiéramos pensado que podríamos decirle ni siquiera un “Hola”. Hoy podemos saludar a un artista famoso, comentarle algo a una personalidad de otro continente o criticar a una política. El acceso (con sus limitaciones y brechas, que no abordaremos en este momento) masivo a estas plataformas nos ha permitido a las personas comunes y corrientes coincidir con los grandes millonarios del mundo. Pero también les ha permitido a esas inalcanzables coincidir con nosotros. Y eso es invaluable.

Las redes sociales se han convertido en mundos de interacción, donde intercambias emociones, información, comentarios, experiencias, a través de códigos propios. Sin esa interacción, reduces estos espacios maravillosos a una herramienta de mera amplificación de información, como eran los medios tradicionales de hace un par de décadas, es decir a una comunicación unidireccional. 

Este tipo de comunicación debe tener un emisor, un mensaje y un receptor. Un ejemplo ilustrativo, más allá del uso cotidiano, es un spot publicitario transmitido en televisión: a través del mismo se emite un mensaje y hay cientos de miles de televidentes que lo ven y reciben el mismo. Y ahí se queda. Justo por eso se da en una sola dirección, sin réplica alguna. 

En cambio la comunicación bi direccional es la que sí permite una respuesta, un diálogo, ya que existen dos emisores que, a su vez, hacen de receptores, de uno o más mensajes. Es decir, que va en dos direcciones, como una conversación. Un ejemplo, podría ser una entrevista.

Y por último tenemos la comunicación multidireccional, que es la que tiene muchos emisores y receptores, que intercambian mensajes entre sí sobre una temática específica. Podría ser un debate, una charla en una reunión o un trending topic en twitter: millones de personas emiten y reciben mensajes sobre un determinado tema. 

Y este tipo de comunicación es el que se impone en las plataformas de redes sociales, que permiten que múltiples actores y actrices intercambien su punto de vista sobre un tema en específico. Esto es factible, en gran medida, porque el acceso a una cuenta de una red social está al alcance del grueso de la población. 

Es en estos espacios donde se vierten un sinfín de opiniones y todos tenemos el mismo privilegio de leerlas y, en algunos casos, el deber de hacerlo, como es el caso de los gobiernos a través de sus instituciones públicas.

El acceso que un ciudadano tiene a una institución de gobierno es restringido, por diversos factores, como ser la distancia. No cualquiera entra, opina o puede aportar. Es por eso que las sentimos lejanas, ajenas e inalcanzables. 

No obstante, a través de las redes sociales, las instituciones públicas y los políticos tienen una gran oportunidad: acercarse a su ciudadanía, abrirles las puertas, escucharles, “ponerse al mismo nivel” para entablar un diálogo o incorporarse a un tema de interés colectivo y ser parte de los múltiples emisores y receptores, logrando una comunicación multidireccional.

Si fueran capaces de usar estas 3 formas de comunicar, es probable, que incluso esta emergencia, hubiera tomado otro rumbo. 

  1. Comunicación unidireccional, transmitiendo información de calidad y de utilidad para la ciudadanía. 
  2. Comunicación bidireccional, respondiendo a todas las inquietudes, reclamos, objeciones,  consultas de la gente. 
  3. Comunicación multidireccional, insertándose en la comunidad, en las preocupaciones de la ciudadanía, construyendo colectivamente. 

A través de información de calidad y respuesta inmediata se puede generar un vínculo de confianza que te permita construir de forma colectiva proyectos de políticas públicas, que, a fin de cuentas, nos incumben a todas y todos. 

Con esto no estoy romantizando para nada estas plataformas, que pertenecen a empresas privadas y muchas lucran con nuestros datos. Sin embargo, una gran cantidad de la población las utiliza de manera cotidiana -más de 2.500 M de cuentas activas en facebook- y, por lo tanto, las instituciones públicas deben construir un puente en los espacios donde navega la gente y no al revés. 

A diferencia de las personalidades, artistas o entidades privadas -que no tienen obligación de contestarle a nadie-, los gobiernos deben responder a las inquietudes individuales y colectivas, teniendo en cuenta que su razón de ser se debe a las y los ciudadanos. No obstante, el común denominador es que se utilicen estas herramientas como amplificadoras de mensajes, de forma unidireccional, sin derecho a pregunta o réplica.

Estos espacios no son más que una oportunidad para construir de manera colectiva, en base a los principios del Gobierno Abierto -Transparencia, Participación y Colaboración- y los gobiernos deberían están a la altura.

Publicado originalmente en el blog de Ramón Ramón en mayo de 2020

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